Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre
es un pedazo del continente, una parte de la tierra;
si el mar se lleva una porción de tierra, toda
Europa queda disminuida, al igual que si fuera un
promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la
tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye,
porque estoy ligado a la humanidad; y, por consiguiente,
nunca hagas preguntar por quién
doblan las campanas; doblan por ti.
martes, 3 de marzo de 2009
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